lunes, 1 de octubre de 2018

Pluma favorita


Respira. Tienes que relajarte Brell. Me repetía a mí misma acompasando cada palabra en mi mente con una inspiración. Seguro que el Orbe me otorga algo increíble: una espada bañada en fuego o una llave genera portales o… ¡Ya sé! Un aeropatín, como siempre he soñado. Con él podré volar y recorrer la ciudad en un suspiro. Pero también podía ser algo no tan molón: una escoba que ensucia o un medidor de gracia. Sería patético. ¡Brell, para! Así solo conseguirás ponerte más nerviosa. Y mi corazón seguía desbocado, como queriendo huir de mi pecho. Me sudaban las manos y no paraba de secármelas en los pantalones.
¡¿Dos personas más?! La última vez que miré quedaban exactamente dos personas. ¿Qué le habría tocado a la chica que estaba dentro para que tardase tanto? ¿Una grieta espaciotemporal? Uf, iba a morir allí mismo, antes siquiera de entrar al Umbral.
Bueno, ya entra el siguiente. ¡Qué nervios! Inspira, espira. Inspira, espira. Recuerdo que mi hermana también estuvo super nerviosa el día de su obsequio. Cumplía veinte años, como yo hoy, y no paraba de hacerse y deshacerse el moño. Realmente me hizo gracia, pero ahora que lo estaba viviendo pude comprenderla. Al menos ella consiguió una pistola que dispara balas que ralentizan a los demás. Aun me acuerdo de su cara de felicidad, incluso entró en la guardia que defiende las calles. Yo quería algo para cazar bestias y si podía volar mejor que mejor. Vale, ya me toca. Inspira, espira.
Cruzo la gran puerta del Umbral y descubro una sala circular con cascadas de luz que lo iluminaban todo. Era cálida y acogedora. Y sobre el punto central giraba el Orbe. Era más bello de cómo me lo habían narrado. Una esfera plateada con cristales que formaban dibujos de miles de colores y, entre ellos, pequeños cilindros azulados que la rodeaban, como si de venas se trataran.
“Dulce Brell de cabello rosado y ojos color miel, he mirado en tu corazón y he visto una gran bondad. Para ti esta pluma. Úsala con cuidado.”
¡El Orbe hablaba dentro de mi mente! Y de uno de sus cristales se formó algo alargado y fino. Parecía tener un tacto fluido, pero al cogerlo, pude comprobar que era totalmente sólido. Una pluma hecha de luz blanca, ligera y preciosa. Pero yo no sabía dibujar, ni siquiera se me daban bien las letras. ¿Por qué una pluma?
“Prueba a escribir con ella.”
-        ¿Sin papel? - pude pronunciar levemente.
“Es una pluma de luz, escribe incluso en el aire.”
Vale, eso molaba. Sujeté la pluma y con destreza escribí la palabra “luz” pues es lo único que se me ocurría. Las letras flotaron en el aire según las dibujaba y una vez acabada la palabra estas comenzaron a brillar más intensamente, obligándome a tener que entrecerrar los ojos. Y con la luz desaparecieron. Era más guay de lo que pensaba. Llena de emoción volví a probar escribiendo la palabra “agua” esta vez. Y al acabar y apartar la pluma, las letras se fueros derritiendo, cada vez más fluidas, hasta caer y dejar un charco sobre el suelo. ¡Increíble!
Probé con la palabra gato, ¿crearía vida? Y al acabar las letras se fusionaron para dibujar un gatito de luz que corrió por el suelo hasta terminar desapareciendo. Guay, no era vida real, pero hacía el efecto. Y casi lo prefería, la otra opción me daba un poco de miedo.
“Los límites están en tu imaginación. Y por eso es mi pluma favorita.”
Salí de allí con una sonrisa.



1.bis Fave pen - Inktober 2018

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