¿Gallina? ¿Yo? No sabían que Brell no le temía a nada. Bueno, había tenido miedo de que el Orbe me obsequiase con algo inútil. Incluso las arañas me imponían algo de respeto, pero era más asco que miedo. Pero, ¿a las alturas? Dibujar un gran ave y sobrevolar los acantilados era pan comido. Lo que me aterraba era que el ave creado con mi pluma se deshiciese por encima de las aguas. Pero eso no iba a pasar, yo controlaba, ¿verdad? ¡Ay! Sí que tenía miedo. ¿No sería mejor dibujar una cama elástica y divertirnos un rato?
¡Céntrate Brell! Tampoco sería para tanto. Y siempre me podría salvar Agatha con sus preciosas alas plateadas. El Orbe le había otorgado una capa que podía metamorfearse en distintas cosas, pero sin duda las alas eran lo mejor. Cuando mi mejor amiga me contó lo que le habían dado casi grito de envidia. Mi sueño en sus manos. Pero no podía odiarla, su mirada siempre sonreía y por esos ojos dorados sí que gritaría. Y bueno, yo tenía una pluma que podía dibujar cualquier cosa que escribiese. No sabía donde estaba el límite, pero seguro que podría hacer algo con lo que volar, solo que no lo había probado.
Miré al frente. Un mar inmenso, que se abrazaba al cielo en un punto indeterminado. Era precioso. Y la brisa era increíblemente agradable. ¡Debía hacerlo! No podía no intentarlo.
Saqué mi pluma y escribí en el viento. Me vino a la mente una idea mejor que una simple ave. Grifo. ¡Orbe misericordioso! ¿Y si aparecía el aparato que drenaba agua? Las letras brillaron y se agrandaron. Y ahí, ante mí se formó un grifo puramente blanco. Mitad ave, mitad felino. Me miraba como si viese mi alma.
- ¡Wow!- exclamó Agatha con la boca abierta.
- Ayúdame a subir.
Deformó la capa en las grandiosas alas que tanto adoraba y me aupó al lomo de la gran bestia. Esta giró la cabeza y se dejó acariciar. Las Oradoras me explicaron que la pluma no creaba vida, solo una ilusión de ella. Pero parecía tan real.
El grifo bramó al horizonte, extendió las alas y se fundió con la brisa del mar. A mi lado Agatha reía y con su risa me calmó por dentro. Y yo también reí, estaba sobrevolando el gran océano, lo que nunca creí real. Y yo era viento, con cada giro eramos luz, una maraña de pelo rosáceo a mi alrededor. Y yo era el agua, que fluía con ese olor a sal. Era lágrimas en mis mejillas, brotando de felicidad. Era magia y alegría, era un fuego artificial a punto de estallar. Mi sueño hecho realidad.
5. Chicken - Inktober 2018
Cuenta la leyenda que antes de morir se muestra la verdadera forma del corazón y, con ella, el destino decide si debe seguir latiendo. Blog dedicado a mi yo interno, mi mente en forma de relatos y mi corazón al describir lo que siento. Reseñas de aquello que me marca por dentro.
lunes, 8 de octubre de 2018
domingo, 7 de octubre de 2018
Exhaustos
Me gusta cuando sonríes. Sobre todo cuando me miras y en tu
rostro se dibuja una sonrisa pícara. Me pierdo en la infinidad de tus ojos y muero por dentro.
Me gusta cuando me rozas, tu piel junto a la mía, cuando
nuestros dedos se vuelven locos en una danza que no termina. Cuando ya no sé dónde
acaba mi cuerpo y dónde empieza el tuyo. Me gusta acercarme a tu boca, dándonos
tiempo a sentir la calidez de nuestro aliento. Y saborear tus labios como si
nunca lo hubiese hecho, fundirnos en uno. Y cuando el beso se alarga decido
recorrer tu espalda con mis dedos, deslizarme entre tu pelo, reconocerte a
caricias como si fuese ciego.
Me gusta acercarme a una de tus orejas y no poder evitar
morderlas un poquito. Y que me pagues con la misma moneda y sigas con la
artillería pesada de tu lengua. Cuando hace un giro y nuestra piel se eriza con
vistas de futuro, sabiendo que tendrá que pasar por el cuello. Cómo nos
detenemos y nos creemos vampiros. A veces muerdes tú, a veces soy yo el que muerdo.
Susurros y cosquilleo.
Me gusta desabrochar cada botón de tu camisa mientras con la
lengua juego, dejando al descubierto el vello de tu pecho. Nuestros corazones
se aceleran y comienzan los suspiros. Tú te deshaces de la barrera que supone
mi camiseta. Y cuando aun nos queda la segunda parte de nuestro vestido nocturno,
yo te recuesto sobre la cama. Te beso, me besas y sigo con el baile. Elijo el
camino más largo, quiero saborear cada poro de tu cuerpo. Sendero de besos.
Me gusta cómo te estremeces si te muerdo de camino al
placer, como me agarras la cabeza cuando me detengo en tus pezones, como mi
lengua se pierde entre el vello y mis labios se van quedando impregnados con tu
esencia. Y no me detengo, sé lo que estoy buscando, pero prefiero dar un rodeo.
Tus suspiros en el tiempo.
Me gusta cuando susurras mi nombre y no podemos más, notando
el latido, y no precisamente de nuestros corazones. Cuando el placer se siente
en cada roce, tu dureza junto a la mía. Y desabrocho botones y cremalleras,
todo lo que se interponga entre tu placer y mi boca. Descubro tu poder erecto y
juego con la lengua antes de llenarme entero. Y comienzan tus suaves gemidos,
yo sigo el ritmo, recordando su forma por completo.
Me gusta que me agarres el pelo cuando mi saliva es parte de
tu placer interno, que deslices tus manos por mi cuello. Y te miro y devuelvo
mi atención a tus labios, quiero que me pagues con besos. Me gusta cómo aprovechas mi
descuido y decides que es tu turno para tomar el control. Me giras en la cama
mientras mis dedos, atrevidos, siguen queriendo regalarte todo el placer
posible. Y tengo que parar porque desciendes tu camino, porque también te paras a
morderme, a pasar la lengua por lugares indebidos.
Me gusta cuando estás a punto de llegar allí abajo y al
sentir tu aliento yo quiero gritar. Cuando usas tus labios abarcándolo todo,
cuando bajas y luego subes, cuando tocas con la lengua mi placer entero.
Me gusta cuando nos olvidamos de todo, ya no existe el
mundo externo. Usamos manos y boca, uno, otro y los dos a la vez cuando podemos. Y
cuando ya hemos llegado a los infiernos, cuando recordamos las caricias por
todo el cuerpo. Y tú te abalanzas, tu cuerpo sobre el mío y te ayudo con los
dedos.
Me gusta que te vayas liberando, todo gestos y aliento,
susurros que se sienten internos, gritos desde el cielo. Que me introduzcas en
la oscuridad con cuidado para brillar los dos como nunca. Ser dos en uno,
sintiendo en conjunto, la piel ardiendo y nuestros gemidos al viento.
Me gusta recorrer tu cuerpo cuando sucede nuestra danza,
apretar con fuerza culo y espalda cada vez que me estremezco. Los dos en un
carrusel de magia al ritmo de nuestros versos. Los dos en la cúspide, rozando
nubes y placer costero.
Y al final me gusta ver como se libera tu alma, tu semilla
con la mía. Los dos exhaustos, sin energía, abrazados hasta el fin de los
tiempos.
jueves, 4 de octubre de 2018
Hechizo
Notas de música. Y figuras. Lucecillas de colores. Formas ondulantes que se expanden, girando de forma perfecta, sin fisuras.
Olas que se recogen en las pisadas, dunas de aire coloreadas. Viento inestable que lo muerde todo, se cuela por los rincones.
Brillos serpenteantes que giran y experimentan el caer y volver a subir. Parece que se rien en su danza, que no duermen ni aunque caiga la noche. Incluso cantan en silencio, suspiros de gracia y anelo.
Mariposas, miles de ellas. Cada una de un color nuevo. Vuelan entre las piedras. Adoquines de cemento que bloquean la imaginación desesperada. Un amor que no llega. Una sombra que altera corazón y mente, aliento encadenado, con regalos de tierra.
Cuando nadie mira, germinan en el suelo semillas de risa eterna, de tallos alargados y hojas verde alma, azul trueno y dorado tierno.
Y si estás leyendo esto tus ojos han cambiado, tu mirada infinita está plagada de nuevos placeres que este hechizo ha causado.
4. Spell - Inktober 2018
Olas que se recogen en las pisadas, dunas de aire coloreadas. Viento inestable que lo muerde todo, se cuela por los rincones.
Brillos serpenteantes que giran y experimentan el caer y volver a subir. Parece que se rien en su danza, que no duermen ni aunque caiga la noche. Incluso cantan en silencio, suspiros de gracia y anelo.
Mariposas, miles de ellas. Cada una de un color nuevo. Vuelan entre las piedras. Adoquines de cemento que bloquean la imaginación desesperada. Un amor que no llega. Una sombra que altera corazón y mente, aliento encadenado, con regalos de tierra.
Cuando nadie mira, germinan en el suelo semillas de risa eterna, de tallos alargados y hojas verde alma, azul trueno y dorado tierno.
Y si estás leyendo esto tus ojos han cambiado, tu mirada infinita está plagada de nuevos placeres que este hechizo ha causado.
4. Spell - Inktober 2018
miércoles, 3 de octubre de 2018
Ave ardiente
Una llama puede ser peligrosa pero convertida en incendio desprende cierta belleza. ¿O era al revés? Lo único que tenía claro es que algún día terminaría quemando aquel instituto de mierda. ¡Menudos hipócritas! Días de la paz, decorando los pasillos de colores en las semanas del orgullo, creando bancos de alimentos y un largo etcétera de acciones absurdas, no por lo que representan, sino por la forma en la que luego desviaban la mirada. Menos mal que solo me quedaban un par de semanas en este tugurio inmundo.
Hoy, sin ir más lejos, un imbécil se ha encarado con uno de mis compañeros por ser abiertamente gay.
- ¡Tú, marica! ¿Te gustaría comerte una buena polla? - aun recuerdo sus palabras exactas.- Pues trágate esto - tomó una calada larga a su cigarrillo y expulsó el humo en su cara.- Marica asado.
Y él y sus amigotes le escupieron y se fueron riendo. Y nadie hizo nada, ni siquiera una profesora que pasaba por allí. Yo intenté acercarme, pero el chico, aguantando las lágrimas, salió disparado hacia el baño. ¡Qué puta rabia! Podía haberle ayudado y me quedé tan parado como todos.
Las lágrimas me ardían en los ojos, queriendo liberar aquella ira que ardía por dentro. ¿Pero por qué me había afectado tanto? Porque mis sospechas eran ciertas y yo no era tan valiente como aquel chico, porque yo ocultaba lo que la sociedad no quería dejar salir. Aquel verano pasado, sintiéndome atraído por chicos y chicas en bañador, más o menos por igual, y yo solo queriéndolo olvidar. Y me jodía porque al meterse con aquel chico se metían conmigo, con miles de personas más. Y porque joder, aquel chico me gustaba, para que engañarme más.
Mis piernas empezaron a acelerar. No podía contener más toda esta ira. Notaba mis pulsaciones, agitadas, vibrar por todo mi cuerpo. Y ya casi corría, por una calle vacía y sin ningún punto final. Simplemente corría, como si mis piernas gritaran lo que mi garganta no podía. Mi pecho ardía y la adrenalina alimentaba mi interior. Ni siquiera me di cuenta de cómo mis pisadas quemaban el asfalto, de como se formaba mi propio incendio.
De refilón me fijé en mi reflejo en algún escaparate fugaz. Si lo había visto bien mi flequillo ardía, pero ni siquiera lo notaba, no podía pararme a darle importancia. Seguí corriendo, como si galopara entre las llamas.
Y al final paré. De golpe estaba frente a la puerta de una casa. Y sabía de quien era. En el jardín jugaban al baloncesto los matones de turno, aquellos imbéciles que habían acosado al pobre chaval.
Me vieron, allí plantado y furioso. Y sin pensarlo noté mi ira deshacerse en fuego. Como nacidas de mi flequillo ardiente fluyeron las llamas. Y se arremolinaron formando lo que parecía un ave de fuego. Lo dirigí hacia ellos, quemándoles ropa y pelo. Y, arrepentido lo apagué con un gesto. Aunque les odiaba, matarlos no solucionaba nada.
- La próxima vez os muestro lo que es estar realmente asado.
El pájaro ardiente volvió a mi y las llamas desaparecieron. Me giré y bajé la calle por donde había venido.
- Me gusta tu nuevo estilo. Ese flequillo rojo te queda que ni pintado.
Era él, aquél chico con el que se habían metido. Pero flotaba y su mirada brillaba de un violeta intenso. Es más, cuando se fue llorando creo recordar que también vi esa mirada.
- Parece ser que tú también te has activado.
No entendía nada pero su sonrisa me calmaba y, de momento, con eso me bastaba.
3. Roasted - Inktober 2018
Hoy, sin ir más lejos, un imbécil se ha encarado con uno de mis compañeros por ser abiertamente gay.
- ¡Tú, marica! ¿Te gustaría comerte una buena polla? - aun recuerdo sus palabras exactas.- Pues trágate esto - tomó una calada larga a su cigarrillo y expulsó el humo en su cara.- Marica asado.
Y él y sus amigotes le escupieron y se fueron riendo. Y nadie hizo nada, ni siquiera una profesora que pasaba por allí. Yo intenté acercarme, pero el chico, aguantando las lágrimas, salió disparado hacia el baño. ¡Qué puta rabia! Podía haberle ayudado y me quedé tan parado como todos.
Las lágrimas me ardían en los ojos, queriendo liberar aquella ira que ardía por dentro. ¿Pero por qué me había afectado tanto? Porque mis sospechas eran ciertas y yo no era tan valiente como aquel chico, porque yo ocultaba lo que la sociedad no quería dejar salir. Aquel verano pasado, sintiéndome atraído por chicos y chicas en bañador, más o menos por igual, y yo solo queriéndolo olvidar. Y me jodía porque al meterse con aquel chico se metían conmigo, con miles de personas más. Y porque joder, aquel chico me gustaba, para que engañarme más.
Mis piernas empezaron a acelerar. No podía contener más toda esta ira. Notaba mis pulsaciones, agitadas, vibrar por todo mi cuerpo. Y ya casi corría, por una calle vacía y sin ningún punto final. Simplemente corría, como si mis piernas gritaran lo que mi garganta no podía. Mi pecho ardía y la adrenalina alimentaba mi interior. Ni siquiera me di cuenta de cómo mis pisadas quemaban el asfalto, de como se formaba mi propio incendio.
De refilón me fijé en mi reflejo en algún escaparate fugaz. Si lo había visto bien mi flequillo ardía, pero ni siquiera lo notaba, no podía pararme a darle importancia. Seguí corriendo, como si galopara entre las llamas.
Y al final paré. De golpe estaba frente a la puerta de una casa. Y sabía de quien era. En el jardín jugaban al baloncesto los matones de turno, aquellos imbéciles que habían acosado al pobre chaval.
Me vieron, allí plantado y furioso. Y sin pensarlo noté mi ira deshacerse en fuego. Como nacidas de mi flequillo ardiente fluyeron las llamas. Y se arremolinaron formando lo que parecía un ave de fuego. Lo dirigí hacia ellos, quemándoles ropa y pelo. Y, arrepentido lo apagué con un gesto. Aunque les odiaba, matarlos no solucionaba nada.
- La próxima vez os muestro lo que es estar realmente asado.
El pájaro ardiente volvió a mi y las llamas desaparecieron. Me giré y bajé la calle por donde había venido.
- Me gusta tu nuevo estilo. Ese flequillo rojo te queda que ni pintado.
Era él, aquél chico con el que se habían metido. Pero flotaba y su mirada brillaba de un violeta intenso. Es más, cuando se fue llorando creo recordar que también vi esa mirada.
- Parece ser que tú también te has activado.
No entendía nada pero su sonrisa me calmaba y, de momento, con eso me bastaba.
3. Roasted - Inktober 2018
martes, 2 de octubre de 2018
Tranquilo
- Me das asco.
"Tranquilo".
- Mírale, pintándose las uñas. ¿También te pones vestidos?
"Tranquilo".
- ¿Seguro que tienes polla?
"Tranquilo".
- Cuidado chicos, no os vayáis a escurrir con su aceite.
"Tranquilo".
- ¡Ni se te ocurra levantarte puto marica de mierda!
"Tranquilo".
- Deberías suicidarte.
"Tranquilo".
- No te preocupes, seguro que pueden curarte.
"Tranquilo".
- ¡¿Por qué no podría haber tenido un hijo normal?!
"Tranquilo".
Miro al frente. Demasiadas palabras hirientes. Sonidos que ya no puedo soportar. Mis pies al borde del abismo, sirenas a lo lejos y el viento acariciando mi cuerpo.
"Tranquilo. Está a punto de acabar."
Siento una mano apoyarse en mi hombro. Cálida y llena de energía. Sonrío, esta vez sin lágrimas. Sin dolor.
"Tranquilo."
- Tranquilos todos, pues estamos a punto de repartir justicia.
Observo a mis compañeros enfundarse sus máscaras, cada una de un color. Y yo oculto mi cara tras la mía, de un intenso violeta.
- Tranquilos, puedo sentir vuestro dolor y es hora de apagarlo - respiro.- Somos vuestros héroes. Los Rainbowatch han llegado.
Saltamos todos a una, dejando el cielo marcado con un arcoiris inmenso.
2. Tranquil - Inktober 2018
"Tranquilo".
- Mírale, pintándose las uñas. ¿También te pones vestidos?
"Tranquilo".
- ¿Seguro que tienes polla?
"Tranquilo".
- Cuidado chicos, no os vayáis a escurrir con su aceite.
"Tranquilo".
- ¡Ni se te ocurra levantarte puto marica de mierda!
"Tranquilo".
- Deberías suicidarte.
"Tranquilo".
- No te preocupes, seguro que pueden curarte.
"Tranquilo".
- ¡¿Por qué no podría haber tenido un hijo normal?!
"Tranquilo".
Miro al frente. Demasiadas palabras hirientes. Sonidos que ya no puedo soportar. Mis pies al borde del abismo, sirenas a lo lejos y el viento acariciando mi cuerpo.
"Tranquilo. Está a punto de acabar."
Siento una mano apoyarse en mi hombro. Cálida y llena de energía. Sonrío, esta vez sin lágrimas. Sin dolor.
"Tranquilo."
- Tranquilos todos, pues estamos a punto de repartir justicia.
Observo a mis compañeros enfundarse sus máscaras, cada una de un color. Y yo oculto mi cara tras la mía, de un intenso violeta.
- Tranquilos, puedo sentir vuestro dolor y es hora de apagarlo - respiro.- Somos vuestros héroes. Los Rainbowatch han llegado.
Saltamos todos a una, dejando el cielo marcado con un arcoiris inmenso.
2. Tranquil - Inktober 2018
Veneno
El sol besa el horizonte. Oscurece la tinta que colorea el cielo, como un veneno violaceo que se extiende através de una sangre ardiente. Los tonos dorados abrazan los edificios y dibujan el último aliento de nuestro gran astro. Pronto despertarán sus hermanas, presas en su belleza, ocultas por la envidia intensa de la humanidad.
Me separo del gran ventanal. Y aprecio una mezcla de la ciudad con mi reflejo. Era mi hora, la mejor del día. Aquella luz realzaba mi mirada, haciendo brillar mis ojos por igual. Uno cual bosque frondoso, otro cual océano profundo.
Y al girarme sigues ahí, tumbado en la cama. Haciendo lo posible por seguir respirando, luchando por cada latido. Conectado a demasiadas máquinas, cada una con sus pitidos. Demasiados tubos por todo tu cuerpo, mucha medicina para tan poco aliento.
No puedo evitar que las lágrimas bañen mi rostro. ¿Cómo iba a seguir sin ti? Mi corazón se deshace en mi pecho, duele y quema por hielo. Por el veneno.
Y cojo tu mano fría y acaricio tu cuerpo. Me recojo el pelo a un lado y me inclino y mis labios recuerdan tus labios. Te beso, quizá el beso más bonito que nos hemos dado. Mi vista se empaña, mis ojos empapados.
Me levanto y parto, no sin antes girarme para observarte por última vez en el marco de la puerta. ¿Quien iba a decir que el miedo al verte caer me iba a mostrar lo que realmente sentía? Cuando mi furia desató en todo esto. Los cristales rotos, yo sobre la ventana y tu cayendo.
Fuiste tú quien me envenenaste, con tus cánticos de sirena y frases bonitas, con tus rosas de disculpa y tus mentiras. Fuiste tú el que envenenaste mi cuerpo con moretones, el que llenó mi mente de culpabilidad y miedo. El que me gritaba y me hacía romperme por dentro. Fuiste tú, lo peor que me ha pasado.
Un pitido resuena en la habitación y no puedo evitar sonreir. No volverás a envenar a nadie. Yo pertenezco a mí misma y a mi integridad.
Retiro el veneno de mis labios. ¿Cómo iba a seguir sin ti? Fácil, siendo tan fuerte como siempre he sido. Tú fuiste tóxico pero hoy la venenosa soy yo.
1. Poisonous - Inktober 2018
Me separo del gran ventanal. Y aprecio una mezcla de la ciudad con mi reflejo. Era mi hora, la mejor del día. Aquella luz realzaba mi mirada, haciendo brillar mis ojos por igual. Uno cual bosque frondoso, otro cual océano profundo.
Y al girarme sigues ahí, tumbado en la cama. Haciendo lo posible por seguir respirando, luchando por cada latido. Conectado a demasiadas máquinas, cada una con sus pitidos. Demasiados tubos por todo tu cuerpo, mucha medicina para tan poco aliento.
No puedo evitar que las lágrimas bañen mi rostro. ¿Cómo iba a seguir sin ti? Mi corazón se deshace en mi pecho, duele y quema por hielo. Por el veneno.
Y cojo tu mano fría y acaricio tu cuerpo. Me recojo el pelo a un lado y me inclino y mis labios recuerdan tus labios. Te beso, quizá el beso más bonito que nos hemos dado. Mi vista se empaña, mis ojos empapados.
Me levanto y parto, no sin antes girarme para observarte por última vez en el marco de la puerta. ¿Quien iba a decir que el miedo al verte caer me iba a mostrar lo que realmente sentía? Cuando mi furia desató en todo esto. Los cristales rotos, yo sobre la ventana y tu cayendo.
Fuiste tú quien me envenenaste, con tus cánticos de sirena y frases bonitas, con tus rosas de disculpa y tus mentiras. Fuiste tú el que envenenaste mi cuerpo con moretones, el que llenó mi mente de culpabilidad y miedo. El que me gritaba y me hacía romperme por dentro. Fuiste tú, lo peor que me ha pasado.
Un pitido resuena en la habitación y no puedo evitar sonreir. No volverás a envenar a nadie. Yo pertenezco a mí misma y a mi integridad.
Retiro el veneno de mis labios. ¿Cómo iba a seguir sin ti? Fácil, siendo tan fuerte como siempre he sido. Tú fuiste tóxico pero hoy la venenosa soy yo.
1. Poisonous - Inktober 2018
lunes, 1 de octubre de 2018
Pluma favorita
Respira. Tienes que relajarte Brell. Me repetía a mí misma
acompasando cada palabra en mi mente con una inspiración. Seguro que el Orbe me
otorga algo increíble: una espada bañada en fuego o una llave genera portales o…
¡Ya sé! Un aeropatín, como siempre he soñado. Con él podré volar y recorrer la
ciudad en un suspiro. Pero también podía ser algo no tan molón: una escoba que
ensucia o un medidor de gracia. Sería patético. ¡Brell, para! Así solo conseguirás
ponerte más nerviosa. Y mi corazón seguía desbocado, como queriendo huir de mi
pecho. Me sudaban las manos y no paraba de secármelas en los pantalones.
¡¿Dos personas más?! La última vez que miré quedaban exactamente dos personas. ¿Qué le habría tocado a la chica que estaba dentro para que tardase tanto? ¿Una grieta espaciotemporal? Uf, iba a morir allí mismo, antes siquiera de entrar al Umbral.
Bueno, ya entra el siguiente. ¡Qué nervios! Inspira, espira. Inspira, espira. Recuerdo que mi hermana también estuvo super nerviosa el día de su obsequio. Cumplía veinte años, como yo hoy, y no paraba de hacerse y deshacerse el moño. Realmente me hizo gracia, pero ahora que lo estaba viviendo pude comprenderla. Al menos ella consiguió una pistola que dispara balas que ralentizan a los demás. Aun me acuerdo de su cara de felicidad, incluso entró en la guardia que defiende las calles. Yo quería algo para cazar bestias y si podía volar mejor que mejor. Vale, ya me toca. Inspira, espira.
¡¿Dos personas más?! La última vez que miré quedaban exactamente dos personas. ¿Qué le habría tocado a la chica que estaba dentro para que tardase tanto? ¿Una grieta espaciotemporal? Uf, iba a morir allí mismo, antes siquiera de entrar al Umbral.
Bueno, ya entra el siguiente. ¡Qué nervios! Inspira, espira. Inspira, espira. Recuerdo que mi hermana también estuvo super nerviosa el día de su obsequio. Cumplía veinte años, como yo hoy, y no paraba de hacerse y deshacerse el moño. Realmente me hizo gracia, pero ahora que lo estaba viviendo pude comprenderla. Al menos ella consiguió una pistola que dispara balas que ralentizan a los demás. Aun me acuerdo de su cara de felicidad, incluso entró en la guardia que defiende las calles. Yo quería algo para cazar bestias y si podía volar mejor que mejor. Vale, ya me toca. Inspira, espira.
Cruzo la gran puerta del Umbral y descubro una sala circular
con cascadas de luz que lo iluminaban todo. Era cálida y acogedora. Y sobre el
punto central giraba el Orbe. Era más bello de cómo me lo habían narrado. Una
esfera plateada con cristales que formaban dibujos de miles de colores y, entre
ellos, pequeños cilindros azulados que la rodeaban, como si de venas se
trataran.
“Dulce Brell de cabello rosado y ojos color miel, he mirado
en tu corazón y he visto una gran bondad. Para ti esta pluma. Úsala con
cuidado.”
¡El Orbe hablaba dentro de mi mente! Y de uno de sus
cristales se formó algo alargado y fino. Parecía tener un tacto fluido, pero al
cogerlo, pude comprobar que era totalmente sólido. Una pluma hecha de luz
blanca, ligera y preciosa. Pero yo no sabía dibujar, ni siquiera se me daban
bien las letras. ¿Por qué una pluma?
“Prueba a escribir con ella.”
-
¿Sin papel? - pude pronunciar levemente.
“Es una pluma de luz, escribe incluso en el aire.”
Vale, eso molaba. Sujeté la pluma y con destreza escribí la
palabra “luz” pues es lo único que se me ocurría. Las letras flotaron en el
aire según las dibujaba y una vez acabada la palabra estas comenzaron a brillar
más intensamente, obligándome a tener que entrecerrar los ojos. Y con la luz
desaparecieron. Era más guay de lo que pensaba. Llena de emoción volví a probar
escribiendo la palabra “agua” esta vez. Y al acabar y apartar la pluma, las
letras se fueros derritiendo, cada vez más fluidas, hasta caer y dejar un
charco sobre el suelo. ¡Increíble!
Probé con la palabra gato, ¿crearía vida? Y al acabar las
letras se fusionaron para dibujar un gatito de luz que corrió por el suelo
hasta terminar desapareciendo. Guay, no era vida real, pero hacía el efecto. Y
casi lo prefería, la otra opción me daba un poco de miedo.
“Los límites están en tu imaginación. Y por eso es mi pluma
favorita.”
Salí de allí con una sonrisa.
1.bis Fave pen - Inktober 2018
lunes, 27 de agosto de 2018
Sobre el abismo
Caíste del cielo. Al menos eso decía todo el que llegaba a conocerte. Siempre encantador, lleno de dulces sonrisas. Lleno de sueños, de pasos que gastar en caminos olvidados. Joyu, desde el principio fuiste el fulgor de la vida. Espada de luz en mano, guerrero indomable.
Aun recuerdo cuando entramos en la guardia, llenos de ilusión. Llamaste la atención de cada uno de los instructores. No solo eras poderoso, también luchabas de forma elegante. Yo, en cambio, todo desasostroso, terminaba quemando algo por accidente: las espadas de entrenamiento, alguna que otra silla e, incluso, la mesa de la maestra Myr cuando nos subimos a bailar en aquella fiesta. ¿Te acuerdas? Asumiste la culpa conmigo y los dos acabamos limpiando retretes, pero ¿y lo bien que lo pasamos? Para qué engañarnos, siempre que estamos juntos hay risas de por medio. Pero fue el otro día cuando por fin entendí por qué saltan chispas de mi cuerpo, por qué todo acaba ardiendo de forma incontrolable.
Salimos a una de nuestras expediciones fuera de la muralla. Amber, Ron, tú y yo. El equipo de siempre. Parecía una misión sencilla, solo debíamos cerrar un pequeño portal susurrante, nada que no hiciéramos casi a diario. Sin embargo, todo se torció. Los otros no paraban de reírse porque mi ropa siempre tenía alguna parte quemada, preguntaban que cómo se vive con alguien que puede prender fuego a la cama mientras duerme. Y yo, cansado, me adelanté para sanar mi ira con algún devorador que hubiese decidido aventurarse a pasar el portal. Sabía que tampoco lo decían con malicia, simplemente tenía un mal día. Y también sabía cómo mirabas a Ron, todo un espectáculo controlando plantas y flores. Entendí que no supieses si seguirme o quedarte y por eso te dije que prefería estar solo. Y, a decir verdad, era cierto. Supongo que alguna hoja del camino ardió bajo mis pies, ya sabes cómo me cuesta controlar el fuego. Pero la tierra aún estaba húmeda de las tormentas de aquella semana, sabía que no provocaría nada serio.
Fue entonces, tras los pensamientos que nublaban mi ojos, cuando vi aquél devorador gigante. ¿Cómo un ser tan monstruoso pudo cruzar? Nos dijeron que el portal no era muy grande. Sus ocho ojos acechando, su pelo erizado y sus gruesas patas delanteras erguidas. Su grito me heló la sangre. Casi me quedo paralizado pero pude escapar a tiempo del golpe de sus garras. Encendí mi cuerpo en llamas y cree una gran esfera con ellas para lanzársela, pero la desvió de un golpe haciendo que un árbol cercano comenzarse a arder. Salté y disparé a su cara esta vez, tenía demasiadas patas y se deshizo de ella de la misma forma. Yo caí al suelo y me atrapó de forma que no pudiese levantarme. El miedo me devoraba por dentro y sentí mucho calor que liberar. Ardió todo a mi alrededor en un gran estallido y el devorador bramó apartando la pata de mí. Sin embargo, la explosión me había dejado sin energía, quedando yo solo entre llamas que se extendían. Ni la tierra húmeda podría pararlas.
"¡Idiota! Entre tus pisadas y tus explosiones vas a quemar el bosque entero" oí gritar a Amber mientras cristalizaba una de las patas del monstruo y Ron enredaba otra con una de sus hiedras. El devorador se liberó de los ataques y los tumbó de un golpe. Entonces tú, envuelto en luz, conseguiste cegarle y usaste uno de tus rayos de luz sólida concentrado con los cristales de Amber para golpearlo. Nos levantamos y volvimos a la carga. Fuego, cristales punzantes y madera en forma de puños para golpearle. Parece ser que le enfadamos pues su alarido trajo una descarga eléctrica que nos abrasó por dentro. Caímos al suelo y el devorador os atrapó a Amber y a ti con dos de sus garras. Ella colgaba inerte y tú no conseguías liberarte.
"¡Buscaré ayuda!" Ron siempre ha sido un cobarde, mucho tardó en salir corriendo. Y el devorador cada vez te apretaba más y te acercaba a su boca. No podía permitir que murieses. Ahí lo entendí. Vivir sin nuestras risas y nuestros bailes me desgarraba por dentro. Noté las lágrimas inundar mis ojos y concentré toda mi ira. Absorbí cada llama que nos rodeaba y dejé a mi poder bailar de verdad. Todo fuego, salí despedido hacia aquel maldito bicho y liberé todo al contacto de su cara. Recuerdo una gran explosión y colocarme de forma que te afectase lo menos posible. Y caer entre fuego y sangre. Y el negro me fundió por completo.
Desperté bajo el dorado de tus ojos. Y sonreíste y yo lloraba.
"Nos salvaste. Destruiste a esa bestia y pude cerrar el portal." Pero lo mejor fue el calor de tu abrazo. Si hubiese durado un poco más habría quemado las sábanas.
"Ahora descansa." Y besaste mi frente y sentí, con ese beso, que por fin tenía el control sobre mi fuego. Conseguiste mi calma.
Estuviste conmigo, en mi habitación de la torre. Los dos suspendidos sobre el abismo que daba al mar. Tú sonreías y yo reía. Tu mirada con la mía, tan cerca. Y después de que me recuperase siempre venías.
Así que, querido Joyu, mi estrella fugaz, cuando dices que consigo que tu luz sea más cálida yo, tu pequeño fuego, te digo que me mantienes en calma. Que debemos seguir vigilando el mar desde aquí, con nuestra luz cálida y calmada como faro. Tu cuerpo con el mio, siempre riendo y bailando. ¿Aceptas?
Aun recuerdo cuando entramos en la guardia, llenos de ilusión. Llamaste la atención de cada uno de los instructores. No solo eras poderoso, también luchabas de forma elegante. Yo, en cambio, todo desasostroso, terminaba quemando algo por accidente: las espadas de entrenamiento, alguna que otra silla e, incluso, la mesa de la maestra Myr cuando nos subimos a bailar en aquella fiesta. ¿Te acuerdas? Asumiste la culpa conmigo y los dos acabamos limpiando retretes, pero ¿y lo bien que lo pasamos? Para qué engañarnos, siempre que estamos juntos hay risas de por medio. Pero fue el otro día cuando por fin entendí por qué saltan chispas de mi cuerpo, por qué todo acaba ardiendo de forma incontrolable.
Salimos a una de nuestras expediciones fuera de la muralla. Amber, Ron, tú y yo. El equipo de siempre. Parecía una misión sencilla, solo debíamos cerrar un pequeño portal susurrante, nada que no hiciéramos casi a diario. Sin embargo, todo se torció. Los otros no paraban de reírse porque mi ropa siempre tenía alguna parte quemada, preguntaban que cómo se vive con alguien que puede prender fuego a la cama mientras duerme. Y yo, cansado, me adelanté para sanar mi ira con algún devorador que hubiese decidido aventurarse a pasar el portal. Sabía que tampoco lo decían con malicia, simplemente tenía un mal día. Y también sabía cómo mirabas a Ron, todo un espectáculo controlando plantas y flores. Entendí que no supieses si seguirme o quedarte y por eso te dije que prefería estar solo. Y, a decir verdad, era cierto. Supongo que alguna hoja del camino ardió bajo mis pies, ya sabes cómo me cuesta controlar el fuego. Pero la tierra aún estaba húmeda de las tormentas de aquella semana, sabía que no provocaría nada serio.
Fue entonces, tras los pensamientos que nublaban mi ojos, cuando vi aquél devorador gigante. ¿Cómo un ser tan monstruoso pudo cruzar? Nos dijeron que el portal no era muy grande. Sus ocho ojos acechando, su pelo erizado y sus gruesas patas delanteras erguidas. Su grito me heló la sangre. Casi me quedo paralizado pero pude escapar a tiempo del golpe de sus garras. Encendí mi cuerpo en llamas y cree una gran esfera con ellas para lanzársela, pero la desvió de un golpe haciendo que un árbol cercano comenzarse a arder. Salté y disparé a su cara esta vez, tenía demasiadas patas y se deshizo de ella de la misma forma. Yo caí al suelo y me atrapó de forma que no pudiese levantarme. El miedo me devoraba por dentro y sentí mucho calor que liberar. Ardió todo a mi alrededor en un gran estallido y el devorador bramó apartando la pata de mí. Sin embargo, la explosión me había dejado sin energía, quedando yo solo entre llamas que se extendían. Ni la tierra húmeda podría pararlas.
"¡Idiota! Entre tus pisadas y tus explosiones vas a quemar el bosque entero" oí gritar a Amber mientras cristalizaba una de las patas del monstruo y Ron enredaba otra con una de sus hiedras. El devorador se liberó de los ataques y los tumbó de un golpe. Entonces tú, envuelto en luz, conseguiste cegarle y usaste uno de tus rayos de luz sólida concentrado con los cristales de Amber para golpearlo. Nos levantamos y volvimos a la carga. Fuego, cristales punzantes y madera en forma de puños para golpearle. Parece ser que le enfadamos pues su alarido trajo una descarga eléctrica que nos abrasó por dentro. Caímos al suelo y el devorador os atrapó a Amber y a ti con dos de sus garras. Ella colgaba inerte y tú no conseguías liberarte.
"¡Buscaré ayuda!" Ron siempre ha sido un cobarde, mucho tardó en salir corriendo. Y el devorador cada vez te apretaba más y te acercaba a su boca. No podía permitir que murieses. Ahí lo entendí. Vivir sin nuestras risas y nuestros bailes me desgarraba por dentro. Noté las lágrimas inundar mis ojos y concentré toda mi ira. Absorbí cada llama que nos rodeaba y dejé a mi poder bailar de verdad. Todo fuego, salí despedido hacia aquel maldito bicho y liberé todo al contacto de su cara. Recuerdo una gran explosión y colocarme de forma que te afectase lo menos posible. Y caer entre fuego y sangre. Y el negro me fundió por completo.
Desperté bajo el dorado de tus ojos. Y sonreíste y yo lloraba.
"Nos salvaste. Destruiste a esa bestia y pude cerrar el portal." Pero lo mejor fue el calor de tu abrazo. Si hubiese durado un poco más habría quemado las sábanas.
"Ahora descansa." Y besaste mi frente y sentí, con ese beso, que por fin tenía el control sobre mi fuego. Conseguiste mi calma.
Estuviste conmigo, en mi habitación de la torre. Los dos suspendidos sobre el abismo que daba al mar. Tú sonreías y yo reía. Tu mirada con la mía, tan cerca. Y después de que me recuperase siempre venías.
Así que, querido Joyu, mi estrella fugaz, cuando dices que consigo que tu luz sea más cálida yo, tu pequeño fuego, te digo que me mantienes en calma. Que debemos seguir vigilando el mar desde aquí, con nuestra luz cálida y calmada como faro. Tu cuerpo con el mio, siempre riendo y bailando. ¿Aceptas?
martes, 20 de marzo de 2018
Trueno
Trueno
¿Son las lágrimas mi abrigo?
Un grito sin sentido.
El lamento que no ayuda,
una búsqueda ya aburrida.
Soy los pájaros que vuelan,
esparcidos,
temerosos de cualquier ruido.
Un cristal que se agrieta.
Soy las garras que me acechan,
enredaderas,
la tierra removida.
Y mi mirada es trueno,
la nieve derretida.
Pero tu sinceridad es viento,
invisible y frío.
Tu silencio es fuego
y me quemas por dentro.
Tus abrazos, perdidos.
Tu calor se disolvió en el tiempo.
Y mi mirada es trueno,
por lo que sentí y ya no siento.
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