Mientras escucho el graznar de algunas gaviotas, y debido a las ideas que me ha mostrado cierto amigo, he decidido escribir una especie de diario. Pero no uno cualquiera contando todas las cosas absurdas que pasan en mi día a día, que daría para novela, sino una serie de escritos en los que me deje el alma y los pensamientos, total para lo que me sirven. Quiero enseñaros otras partes de mí ya que el corazón me lo dejo en mis historias. Lo siento, esto no va a ser el romance gay que todos deseáis. Pero no guardéis aun las palomitas, esto también tendrá bastante chicha.
Y qué mejor manera de empezar un diario que abrirme y contaros cómo aprecio yo mi ser. Lo sé, otro narcisista que viene a contaros su historia. Bla bla bla, he sufrido mucho, bla bla bla, ¿os he dicho que he sufrido? Pero no, no va de eso la cosa. Os voy a describir a aquel que se esconde tras la pantalla y os escribe esto, o al menos como yo lo veo. Podéis no estar de acuerdo, es más, acepto todo comentario que indique como me veis vosotros.
Vale, vale, mucha palabrería (prometo que en los siguientes habrá menos). ¿Por qué sabor a mora? ¿Tú no te cogías siempre el sirope de caramelo? Os diré por qué. Morí de un orgasmo la primera vez que probé el licor de mora en un calimocho mierdoso. No mejoró mi vida, pero recuerdo que me encantó. Y sí, debería ser sabor a bebida muy azucarada y gaseosa (no diré marcas pero para que os aclaréis, empieza por coca y acaba con cola). Porque no he crecido con ella, ella ha crecido conmigo. Y porque soy muy dulce (oh Dios no tiene abuela), pero no en ese sentido, que también, sino e el sentido de que me encanta lo cuqui, lo adorable, lo que quieres espachurrar hasta que reviente... digo cosas blanditas ^^u Yo diría que no soy taaaan moñas, pero antes de acabar la frase cualquiera me lo rebatiría. Pero elegí sabor a mora, todo mejora si le echas mora. Como el otro componente del calimocho, el vino. Yo no suelo ser una persona que beba mucho, ya bailo suficiente y hago demasiadas tonterías sin ello. Sin embargo, en este caso el vino (mejorado con mora) representa otra parte importante de mí, pero no como tal, sino de forma figurada: la sangre (es que por norma no suelo echarla en la bebida y estoy haciendo símiles de sabores). La sangre en mi vida no representa lo que muchos estáis pensando, que sé que os estáis riendo, representa mi pasión por ayudar a los demás, por estar siempre (demasiado) pendiente del bien ajeno. El caso es que esto a veces me pesa, es la sangre que brota de una herida, libera pero duele y escuece.
Pero, sobre todo, mora porque suele ser de color morado. Porque, aparte de mi alegría y el intentar ayudar a todos, de lo que más orgulloso estoy es de mi imaginación, del ir andando imaginando que tengo poderes, que un gesto lo puede cambiar todo (sí, estoy loco, mientras escribo me dejan no tomarme las pastillas). Del crear solo con pensamientos, al escribir o al (intentar) hacer videojuegos. Magia, imaginación, dado a los demás y a formar sonrisas, para mí esa es la función del sabor de mora.
Pero no nos engañemos, yo soy mucho más. Adoro evaporar el mundo de un suspiro cuando mis ojos se sumergen entre los dibujos de un cómic o las letras de un buen libro. Adoro poder serlo todo cuando quiera, controlar muchas otras vidas y no preocuparme de si mueren en el intento, porque... siempre hay otro... y otro. No me miréis así, estoy hablando de videojuegos. Soy de esa clase de personas que cuando iba de visita a casa ajena se quedaba enganchado con las "maquinitas". De aquellos que sueñan aventuras y apocalipsis zombies, pero con minimapa en la esquina inferior. Es más, muchos olores no me traen recuerdos como tal, me huelen a ciertos videojuegos.
No os preocupéis, que no me olvido de lo malo. Igual que no me olvido de ti, nuevo sabor de helado, serás el siguiente en sufrir este proceso de definir desde dentro si se da el caso. Y es que a veces soy muy vago, pero no en plan no quiero hacer nada, soy perezoso de hacer las cosas importantes, como si no tuviese ya suficientes mierdas en mi cabeza. Es decir, suelo ser una persona que si coge confianza habla por los codos. Me encanta tener con quien comentar las cosas. Lo que me lleva a que a veces mis silencios solo pueden significar que estoy pensando, y eso en mí puede ser malo. Le doy una y mil vueltas a cualquier tontería que se me pase por la cabeza. Y puede ser algo que no tiene que ver con la realidad, algo que nunca pasaría, pero holi, estoy aquí, creo que deberías volver a pensar en esto. ¿Te habías olvidado? He vueltoooo... Y aunque he aprendido a acallarlo bastante, aun me da quebraderos de cabeza y estados de nerviosismo. Como diría yo mismo, es lo que toca. Lo peor es que esto está dado y viene en compañía de ser demasiado dependiente. No en el sentido de lo que piensen de mí o de no poder valerme solo. Me considero alguien fuerte, pero necesito el calor humano. Que me reconozcan lo bien que hago algo solo para confirmármelo a mí mismo, que sean atentos. Lo que comúnmente llamamos: querer llamar la atención. Y dado que me doy cuenta, intento disimularlo un poco.
Y no descarto que el hecho de sumergirme de golpe en otros mundos, el estar tan disperso, el jugar a que floto y que corto farolas, que hago explotar luces y caracolas, e incluso el hecho de querer ayudar tanto a los demás, sea un sistema de defensa para no pensar tanto, para que la marea de ideas toxicas se pare un momento y, con suerte, se vaya de mi mente.
Así que, si me dais un respiro, un poco de vuestro tiempo, os daré mi risa. Y esta vez fiaros, todo el mundo dice que es la mejor de todas.