Después de mucho tiempo le doy sentido al nuevo nombre del blog, con una renovación de una de mis historias. Además este primer capítulo, o capítulo de prueba, está dedicado a mi amiga Alba, una de mis primeras lectoras, como regalo de su pasado cumpleaños.
Maldita. Para sentir debes
pagar un precio.
...plata...
Con estas últimas palabras resonando aun en mis oídos abro
los ojos. Solo era un sueño, nada más. Sobre todo porque esas palabras no tienen
sentido alguno.
Me tomo unos segundos sentada en la cama para despejar mi
mente y volver a ser persona. Es entonces cuando me doy cuenta de qué día es
hoy. Hoy es el día que tanto tiempo llevaba esperando, el día en el que
demostraría todo por lo que me había estado entrenando. Hoy es mi día, hoy
comienza mi aventura.
Llena de energía salto de la cama. Sí, he dicho salto, y
también que estaba llena de energía. Me asomo al gran ventanal que inunda la
habitación de una luz dorada e inspiro el olor de la grandeza. Es como si el
mundo hubiese decidido formar parte de lo que podría ser, y esperaba que fuera,
un día maravilloso. Con una sonrisa enorme pulso el botón de encendido de mi
reproductor. Mi canción favorita, como si el destino la hubiese elegido
especialmente hoy para mí. Me dirijo bailando al baño mientras me desvisto por
el camino, por lo que espero que si, por lo que fuera, me estuviese siguiendo
una cámara, hubiese grabado el rastro de ropa que iba dejando por el suelo y no
mi precioso cuerpo desnudo. Soy así de paranoica, siempre pienso que me están
observando, pero en el buen sentido, es como si quisiese mostrar mi historia al
mundo. Me introduzco en la ducha y corro la cortina para taparme. Nunca me
había parado a pensar que desconocía la empresa a la que pertenecía el logo que
la decoraba, y eso que no era precisamente pequeño, ocupaba la cortina entera.
Pero qué más da, me salió súper barata. Lo que sí sospechaba es que esta debía
mostrar mi silueta si se miraba desde fuera y, aunque vivo sola, no puedo
evitar sonrojarme al pensarlo. Otra vez estoy igual. Debería hacérmelo mirar.
Termino de vestirme y bajo las escaleras precipitadamente.
Decido desayunar algo rápido para salir cuanto antes. No puedo aguantar más.
Aun así, antes de salir por la puerta algo me impulsa a observar cada detalle
de mi casa. Y es que no para de rondarme a la cabeza que quizá esta sea la
última vez que la vea en mucho tiempo. Me paro frente al espejo y suspiro,
¿volveré tal y como soy ahora o cuando vuelva a mirarme al espejo me será
imposible reconocerme? Mi pelo castaño, recogido en un lateral y volcado sobre
el hombro contrario. La mirada alegre en mis profundos ojos verdes. Y mi
sonrisa inquieta en aquellos labios carnosos. Definitivamente nada iba a
conseguir cambiarme, me enfrentase a lo que me enfrentase. No iba a permitirlo.
Una vez con mi mochila al hombro, salgo al mundo que estaba
esperando ver mi gran momento. Miro al cielo y observo extrañada como se
dibujan unas letras plateadas. Ahí, flotando sin más. He de decir que son
preciosas. ¿Corazón de plata? ¿Eso qué significa? Ni que esto fuera una
película. Aunque quizá sí que estén grabando alguna, quien sabe. Lo que está
claro es que puedo utilizarlo como excusa para afirmar que ya empieza lo bueno.
Es entonces, nada más bajar la mirada, cuando aparece una cámara a mi espalda.
Al final va a resultar que no iba tan desencaminada, había oído hablar de ellas
y por eso siempre pensaba que acabaría apareciendo, lo que no sabía era en qué
momento. Entrenada como estoy, incluso para esto, decido seguir mi camino. Cuál
es mi sorpresa al descubrir que no puedo moverme por mi misma. Claro, ¿cómo he
podido ser tan tonta? Con tantas cosas en el entreno lo había pasado por alto. Soy
la "marioneta" de la persona detrás de la cámara. Pero nunca imaginé
que la sensación sería esta. Pensaba que tendría más libertad. Tocaba por tanto
obedecer sus órdenes. Yo sabía que debía ir a ver a Gudriel, mi mentora, pero
¿lo sabría el controlador? Parece ser que sí ya que me ordena andar en esa
dirección, ah no, se acaba de parar a mirar el paisaje o algo de eso. ¿Saltar?
¿Aquí? Bueno yo salto, aunque no entiendo para qué. ¿Ahora tengo que correr?
¿Es que no sabe pasear de una forma normal? Y puñetazo. Lo siento amigo pero
tengo mis principios y no pienso pegar al aire en una zona sin peligros ni
amenazas. Parece que está probando para aprender a manejarme. Espera, le
faltaba verme agachada. Ya está. Venga, que ya me lleva por el camino correcto,
¡qué nervios! Pero, ¿por qué se para a ver al gato? Siempre está ahí tumbado,
no hace nada más.
Por fin llego, creía que se pararía también a ver a las vacas
melocotón. Porque lo que es mirar lo ha debido de mirar todo. Que si las
florecitas, que si el molino de agua. Estaba desesperada. Y eso que no vio a la
coniardilla que saltaba por la hierba. Pero llegar he llegado.
Abro la puerta de la casita que tantas veces he visitado. Aun
recuerdo como Gudriel me enseñaba a pelear en el patio trasero. Varias veces me
ha hecho superar distintos obstáculos para mejorar mi rapidez y agilidad. No
había día que no acabase agotada. Dentro me encuentro a mi mentora
abalanzándose sobre mí para abrazarme. A pesar de ser dura al entrenarme,
siempre ha sido una sentimental.
- Hoy es tu gran día Aby, te he entrenado para esto. Debes
evitar que el mal destruya nuestro mundo. No dejes que la naturaleza se
corrompa.
- A sus órdenes señorita Gudriel -levanto la mano derecha de
forma militar para saludar. Siempre hago la misma broma-. Estoy tan
entusiasmada que podría salvar el mundo dos veces seguidas.
- Justo lo que me gusta de ti. Eres toda vitalidad. Por eso
te elegí -sus ojos llenos de ternura e ilusión hablan por sí solos, aunque por
un segundo me da la sensación de que dudan cuando pronuncia la última frase.
Será la tristeza de verme marchar.
- Me vas a sonrojar -me río-. Seguimos sin saber a ciencia
cierta quién está haciendo todo esto, ¿verdad?
- Nada. Se oyen rumores, pero ninguno coincide entre sí. En
lo que sí coinciden es en que cada vez está consiguiendo más poder y se está
haciendo más fuerte. Cada vez se vuelve más peligroso. A mi pesar solo puedo
decirte que debes descubrirlo por ti misma.
- Lograré descubrir a esa persona y la destruiré por
completo. No sabe a quién se enfrenta -sonrisa de suficiencia.
- Ten mucho cuidado. Prométeme que vas a volver de una pieza.
- Lo prometo -Gudriel me mira como deseando que con decir
esas palabras baste.
- Una última cosa. Quiero que te lleves mi bastón de combate.
Sabes utilizarlo perfectamente y seguramente le darás mejor uso que yo -lo
descuelga de la pared y me lo entrega-. Ahora es tuyo.
- Vaya, pero si es una de tus posesiones más preciadas. No
puedo aceptarlo -aunque la persona que me controla debe estar deseando
probarlo.
- No voy a aceptar un no por respuesta. Es un regalo por todo
tu esfuerzo. Y dado que yo ya no puedo luchar como antes, es una forma de
llevarte un poco de mi y de mi fuerza.
Termino cogiéndolo y se lo agradezco con un fuerte abrazo. Lo
agarro a mi mochila y salgo de la casa. No admitiré que solté una lágrima ya
que la cámara detrás de mí no lo podría haber grabado.
Justo como pensaba. Nada más salir me hace dirigirme hacia un
grupo de barriles que hay cerca de la casa. Y como no, me hace golpearlos con
el bastón. A tomar por culo todo el trabajo de aquel que los hubiese fabricado.
Mala suerte al colocarlos ahí. Lo que no entiendo es que esperaba encontrar,
está todo lleno de maderas rotas y astillas. Lógico, ¿qué iba a haber dentro?
Anda pues resulta que había dinero, no lo había visto. ¿En serio la gente
guarda dinero en barriles y los dejan por la calle? Cada día me sorprendo con
cosas nuevas.
No contento con destrozar los barriles y cajas de todo el
vecindario, que para que engañarnos, me está encantando, decide que entre en
varias casas para cotillearlas. El caso es que mis vecinos están muy raros. Les
rompo los jarrones, obligada claramente, y aunque estoy segura de que al menos
lo oyen, ni se inmutan. Una de las veces me hace hablar con Spide, el
tabernero. Supongo que para disculparse por el estropicio que había montado en
su local. Y eso estaba a punto de decir yo cuando me suelta:
- Ya me han dicho que te vas de viaje. Me alegro de que por
fin lo hayas conseguido. Los entrenamientos de Gudriel pueden ser muy duros.
Toma un obsequio para el camino -me ofrece una botellita de cristal con un
líquido violeta. El "elixir de la vida" como lo llama él. Lo que no
sé muy bien es de donde lo ha sacado, es como si hubiese aparecido en su mano
de repente-. Espero verte pronto por aquí.
Cuando termina de hablar me obliga a volver a decir algo,
esta vez sí que tengo que disculparme, que yo siempre he sido una chica educada.
- Espero verte pronto por aquí.
¿Otra vez la misma frase? Y no puedo decir nada. Al menos
intento mirarle con disculpa y creo que lo entiende. Pero antes de que me dé
cuenta ya estoy fuera. Bueno, espero que haya visto la cámara que me sigue y lo
comprenda. Aun así sigo pensando que él también actuaba extraño.
Por fin se decide a que salga del pueblo y me dirige hacia el
bosque. Es entonces cuando aparecen varios goblins enfurecidos. Hora de dar
tortas.
Bastonazo al de mi derecha. Patadón al de la izquierda. Las
órdenes llegan a mi cerebro con demasiada rapidez, pero yo estoy hecha una experta.
Me muevo con soltura y luzco todo mi potencial, seguro que no se esperaba mi
combo con salto. ¡Ah! Uno me roza con su lanza. Ya que me controla podría tener
más cuidado, ¿es que no lo ha visto venir? Claro como soy yo la que siente el
dolor. Parece que me ha escuchado. La próxima estocada la esquivo con un salto
hacia atrás. El goblin por su parte recibe como regalo la marca de mis
zapatillas en su cara. Giro, gancho, salto y final espectacular con un barrido
del bastón. Conseguido, no ha sido tan difícil. Cuando son destruidos liberan algo
de energía que es absorbida por mi cuerpo y me hace sentir más fuerte. Parece
ser que también llevaban algo de dinero, pues me lo llevo.
Sigo mi camino, según me manda mi "acompañante".
Tendré que ponerle un nombre. Ya se me ocurrirá uno. Llego a un precipicio
sobre el que cuelga un puente casi destrozado. Al fondo se puede ver un río que
avanza sin descanso. ¿De verdad voy a tener que pasar por aquí? Parece ser que
sí, porque mi controlador no se lo piensa dos veces. Me hace avanzar con
cuidado, poco a poco. Salto aquí y allá. Parece que sabe lo que hace. Venga
solo queda un último salto y...no, lo ha ordenado demasiado pronto. Pero estoy
obligada a obedecer la orden y veo como me precipito hacia el vacío. Cierro los
ojos instintivamente y cuando los abro, viendo que el golpe no parece que vaya
a sentirlo, me doy cuenta de que vuelvo a estar al principio del puente. ¿Cómo
puede ser? No le doy mayor importancia y vuelvo a realizar el mismo camino,
esta vez llegando sana y salva al otro lado. Menos mal.
Después de varios saltos más y alguna que otra pelea con
otros goblins, no sin algún que otro arañazo, consigue que llegue a un claro.
Un gran árbol se alza en el centro, con sus enormes ramas zarandeadas por el
viento. Sobre él me parece ver una silueta. Y en cuanto me acerco, la silueta
salta rápidamente frente a mí. Ni si quiera me ha dado tiempo a pestañear. Solo
puedo ver un encapuchado con una enorme capa. No aprecio ningún detalle más.
¿Será el causante del mal que me hablaba Gudriel?
Oh la niña maldita.
Lo escucho en mi mente. Es la misma voz que aparecía en mi
sueño.
Te estaba esperando.
Antes de acabar la frase se abalanza sobre mí. Intento
protegerme pero se deshace en un humo negro y me atraviesa.
Tu mentora hizo un buen
trabajo. Ha sabido sellar tu maldición. Pero ha llegado la hora de que sea
liberada.
Noto una punzada de dolor en el pecho. Caigo al suelo de
rodillas. ¿Qué me está pasando? ¿De qué maldición habla?
Tu corazón...
...es de plata.
¿De qué me sonaba eso? Da igual, el dolor no me deja pensar.
Termino en el suelo boca abajo. Esto no puede acabar aquí. El pelo me tapa los
ojos y me doy cuenta de que tiene algo distinto. Se está volviendo plateado.
¿Qué me está pasando?
Tus ojos también han
cambiado. Ahora son grises como un cielo nublado.
No consigo entender nada, ¿será que sigo soñando? Y de
repente, cesa el dolor, con lo que me levanto con cuidado.
Veamos de qué eres capaz
con tus nuevas "habilidades". ¿Qué sentirás primero? Por favor, que
sea miedo, es uno de los más preciados de mi colección. Lo necesito.
Sin más dilaciones alza su mano hacia el árbol y este empieza
a moverse. De repente, lo que antes era un simple y bello árbol, ahora se
convierte en un gigantesco ser monstruoso con piel de madera. Pero si hasta le
han salido boca y ojos. Levanta una de sus ramas y me golpea lanzándome por los
aires antes de que consiga darme cuenta. Grito de dolor y noto como mi
conciencia se pierde en un oscuro abismo.
Este no es el final. Te
elegí por algo. Te entrené por algo.
Esta vez es Gudriel la que habla.
Naciste con el corazón
de plata. Una maldición que impide a quien la posee sentir emociones. Y si las
siente es castigado con una forma animal. Y aunque no dura para siempre, es muy
peligroso, porque como bien sabes los animales de pelaje plateado son muy
codiciados en este mundo. Todo el mundo los desea. Por eso te elegí como
discípula, para sellar tu maldición y protegerte. Y he conseguido más que eso.
No puedo evitar que te transformes, pero sí que puedas usarlo en tu beneficio, ya
lo verás.
Y ahora dime: ¿cómo te
sientes?
Aparecen a mi alrededor tres nubes diferentes, cada una de un
color. Miedo, inquietud y furia. Azul oscuro, lila claro y naranja
respectivamente. ¿Qué debía elegir?
No lo eliges tú, lo
elige ella.
¿Ella? No salgo de mi asombro cuando me muestra una imagen
extraña. Una chica de cabellos dorados me observa detrás de sus gafas. Sentada
en un sofá y con algo en las manos. Mi controladora. Por fin la conozco. Si es
ella la que elige espero que lo haga bien. Furia, claramente furia. Es lo que
siento ahora mismo y no hay más. Parece que se para a pensarlo, ¿cuánto va a
tardar? Por fin se decide. No, inquietud no. ¿Inquietud y preocupación? ¿Ahora
se preocupa por mí? Pero es que furia es muchísimo mejor, estoy segura. No
puedo hacer nada, ya ha elegido, pues nada inquietud.
Suerte Abygail. Empieza
tu verdadera aventura.
Me envuelve la nube lila y me despierto. Mi cuerpo está
cambiando y mi ropa se modifica. Me cubre la capucha de una chaqueta violácea ¿con
orejas? Unos pantalones cortos cubren mis muslos y la chaqueta queda abierta dejando
al descubierto un top que solo me cubre el pecho. ¿No había nada más ligero? Un
poco más y voy desnuda. Al menos tiene hombreras de un material que parece
resistente. Es lo único a lo que podría llamar armadura, que es lo que yo me
esperaba. Seguro que furia sí que era una buena armadura, una de las que te
cubre por completo. Noto como mis manos se transforman en garras y me surge una
cola peluda. No puede ser, el animal de la inquietud es un gato. Esto solo puede
estar hecho para el "fan service". Menos mal que mi guía es una
chica. Si llega a ser un chico me muero de vergüenza. Pero bueno, veamos que
poderes me otorga.
Dispuesta a luchar miro fijamente al enorme árbol. El
encapuchado ha desaparecido. Se debe de haber escondido en algún sitio. Me hace
correr con mi nuevo traje y pegar mi primer golpe tras un salto. Esto va a ser
divertido. Consigue que esquive una de sus ramas en el último momento. Arañazo,
arañazo, patada. Y gancho de garra. Me apoyo en una mano y remolino de piernas,
con la cola incluida. No sabía que podía hacer esto. Otra rama que esquivo. Me
hace cargar un golpe y descubro que se forma una energía lila a mi alrededor,
arañazo de energía que le destroza la cara. Empieza a gustarme este traje.
Salto a una de sus ramas, voltereta hacia la otra, me impulso y de un puñetazo
la destrozo. Ahora me siento llena de energía. Ha conseguido que pueda elevar
la rama roza con mi mente. Pero no solo eso, toda roca a mi alrededor comienza
a elevarse también. Telequinesis, la inquietud me gusta cada vez más. Dirige
todo lo que flotaba hacia la cara del árbol. Cien puntos para Aby. Si sigo así
podré derrotarle pronto. Más rocas flotantes. Salto de una en otra hasta sobrepasar
al monstruo. Y caigo en picado con mi golpe de gracia. Esto está hecho. El ser
arbóreo ruje de dolor y vuelve a ser como había sido siempre, un simple árbol.
Mi cuerpo absorbe la energía desprendida al derrotar al ser
maligno. Podría decir que gracias a ella me siento más fuerte, como si hubiese
superado mi potencial.
De entre las raíces surgen unas ramas que formar un corazón
de madera y al tocarlo mi nombre se queda grabado en él. Me siento aliviada, es
como si pudiese irme ahora y volver desde este punto cuando quisiera. Vuelve mi
aspecto normal y escucho un susurro en mi mente.
Volveremos a
encontrarnos.